miércoles

Dolorosa Sentencia

<<A veces el amor se convierte en ceniza, puede parecer un suceso inesperado, sin embargo si rascas un poco, es posible que hayas intentado obviar ese camino imparable cuesta abajo, que estaba ahí… mucho antes.>>
Samarcanda.


DOLOROSA SENTENCIA
<<A veces el amor se convierte en ceniza, puede parecer un suceso inesperado, sin embargo si rascas un poco, es posible que hayas intentado obviar ese camino imparable cuesta abajo, que estaba ahí… mucho antes.>>
La muerte se colaba entre cada uno de los eternos suspiros, los que ambos emitían entrecortadamente, ahogados, no por ello menos abrumadores. El olor a fatalidad ganaba espacio y el peso del desconsuelo era mayor a cada instante. Lucía y Julio se miraron de soslayo, sucumbiendo a la certeza de que ya no les quedaba nada que compartir. Esa evidencia le produjo a ella un enorme boquete en mitad del alma, mientras su cuerpo se negaba sentir absolutamente nada.
El inmenso amor que les había unido durante quince años, yacía inerte ante ellos, entregado al fin a un destino que no tenía regreso. Nada podía devolver el esplendor a un sentimiento extinto e impávido. Mientras Julio entretenía su pensamiento con imágenes diluidas de tiempos pasados... tiempos de felicidad que ya eran ceniza, donde ni los rescoldos serían capaces de avivar aquel fuego.
Durante los dos últimos años ambos intentaron sin éxito insuflarle oxigeno a ese amor, hacerle el boca a boca para mantener sus constantes vitales. Inútil intento. Por mucho que los deseos de los dos se correspondían, en ocasiones la díscola vida toma caminos ajenos a los que unos dolientes enamorados imaginaron.
Así que allí estaban ellos, el uno frente al otro, sin ser capaces de hilvanar una frase con sentido, sin conseguir que la elocuencia de antaño ganara terreno a la indiferencia que amenazaba con abrirse como una helada tumba y engullirlos. De nada sirvieron los buenos recuerdos que endulzaron tantos años, la ternura desbordada que les inundó en un tiempo. La suerte estaba echada para los dos amantes. La sentencia les encontró desarmados, abocándolos en instantes a su cruel realidad. Nada resultó ser tratamiento efectivo a una enfermedad ya sentenciada. El final llegó inapelable y su amor cayó allí mismo... muerto.

            ©Samarcanda Cuentos-Ángeles.

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martes

Mil Mentiras

Es descorazonador descubrir que personas que apreciabas o creias que ellas tenían un respeto y un cariño por ti. En realidad les movían intenciones ocultas, motivos llenos de dobleces y mala intención. Cuando esto ocurre es obvio que te daña, pero hay que ser capaz de perdonar, olvidar y seguir tu camino...No por ellos, sino por ti.
Samarcanda.



MIL MENTIRAS



Cruel mentira te domina, 

en tus ojos se adivina,

la verdad no resplandece, 
tus palabras la envilecen.
No queda pasión, ni embrujo, 
en esta paz que enmudece.

Amar es de almas sinceras,
tú te ocultas en dobleces
agua límpida, que ensucias 
cuando a tu boca obedeces
La mentira es negra música,
de no gozo, ni ternura.

Me has mentido- te repito- 
no es inciso, es amargura, 
del que creías amigo
y este fue solo un castigo.
Más soportará amenazas 
este corazón partido
que ya suspira abatido,
en las mentiras que abrazas.

Ni al éxtasis reacciona, 
esta triste alma mía,
que no hay palabras bonitas,
ni mentiras que ya admita
que por tu culpa me enfermo
Exánime y eremita 
derrotada ante tu verbo.


©Samarcanda Cuentos-Ángeles.
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miércoles

María Coraje

"A través de una preciosa y emotiva canción de Víctor Manuel, toma vida esta historia. Un homenaje a tantas mujeres anónimas y luchadoras que a pesar de tener una vida llena de sinsabores, siguen en su eterna lucha sin una queja. Sin desfallecer nunca."
Samarcanda.
Therese Giehse como Madre Coraje, 1966



MARÍA CORAJE

María es valiente mujer de fortaleza obligada, lleva atrapado en cada jirón de su dura piel el estigma del dolor sin duelo. A menudo, su pensamiento vuela recordando esa vida suya plagada de desalientos. En cómo fue parir a quince hijos de los que apenas quedan unos cuantos. No puede evitar sentir muy adentro la hipocresía de los que le arrebataron a tres de ellos en aquella guerra infame, allí “se los perdieron” -según decían- por la patria. Condenada a un silencio eterno, en un destino que ella misma se impone cuando las fuerzas y la rabia pueden más que su vehemencia.
Vestida del mismo tono que su aflicción, María arrastra penas por un pasillo oscuro y retorcido que no parece tener fin, ni sentido. 106 años, de profesión madre coraje y de nombre María. Recuerda aquella tarde cuando a Luis se lo trajeron, arrancado de una mina criminal y agreste, que no tiene piedad por esa madre que aguarda una muerte, que siempre llega. El lodo rojo-sangre le ató al presagio del que espera, que la siniestra espera se lo confirme. De nuevo un ahogo callado, un silencio de sepulcro toma poder y las riendas, flagelándola el alma. Quince días sin ver el cielo fue su castigo, por dejarse arrancar la sangre de su sangre de nuevo.
A veces intenta dejar atrás las sombras, para enraizarse en el dulce recuerdo del primer beso, de un nietecito tibio con olor a rosas o de la noche aquella en que se entregó a su hombre, el que se convirtió en su dueño. Aquel cobarde amante la abandonó una tarde, cansado y sin arrestos, no pudo con la vida que ella sola sostenía. Mientras María coraje sigue en pie, afianzada a su valentía y al orgullo de mujer-madre. Más madre que mujer.

©Samarcanda Cuentos-Ángeles.
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